Relatos de resaca: Secreto profesional

Esta mañana desperté y, como todas las mañanas desde hace mucho tiempo, no sabía dónde estaba, lo cual ya no es ninguna sorpresa para mí; así son las reglas y así tiene que ser. El despertador digital de la mesita de noche mostraba las 7:55 con su verde fluorescencia. Miré a mi alrededor, me costaba mantener los párpados abiertos y me los froté con fuerza en un intento por despejarme y volver al mundo de los vivos. Estaba en una habitación de hotel, sin duda. Al mirar por la ventana de la sexta planta en la que me encontraba, vi una catedral de estilo gótico encajada en el casco antiguo de la ciudad y rodeada de calles angostas y sinuosas con sus edificios de principios de siglo. Muy cerca de ella, un paseo marítimo se extendía varios kilómetros, fiel al trazado de la costa. Entonces lo supe. Estaba en Palma de Mallorca.

Me han traído hasta aquí, para matar a un hombre. No me interpreten mal, no soy terrorista ni mercenario, ni tampoco actúo por dinero ni por odio. Hace muchos años tenía una gran empresa con cientos de trabajadores a mi cargo, cometí un error o una imprudencia, como quieran llamarlo, que costó la vida a varios de mis empleados. Fue un accidente pero ahora debo redimir la culpa de mi delito de esta forma. Asesinar a personas para compensar la muerte de otras, se me antoja una ironía macabra. No espero que me entiendan y tampoco quiero justificarme ni darles explicaciones, llevo haciéndolo demasiado tiempo y no me quedan ganas. He decidido contarles esto no como justificación sino como terapia, porque hay experiencias que tienen que ser contadas, es una necesidad, si no lo haces te corroen por dentro como un ácido y se revuelven en tus entrañas como un alien apunto de reventarte el estómago hasta que las cuentas. Yo no tengo nadie a quien contárselo, y por eso… escribo.

Dispongo de toda la información necesaria para ejecutar la misión. Mi Jefe se encarga de eso, de cuadrarlo todo. Yo soy simplemente el brazo ejecutor, la acción, el verdugo. Solo porque alguien tiene que hacerlo, porque debe hacerse. Y ese alguien soy yo y el por qué, ya les he dicho que no me apetece explicárselo. De todas formas no me creerían….

Veamos lo que tenemos hoy. Varón de raza blanca, 17 años de edad… Santo dios! si es solo un chiquillo! Cuando mi Jefe me asigna una misión, deseo con todas mis fuerzas que el objetivo sea un delincuente, violador, ladrón o que al menos haya dejado embarazada a su novia y la haya abandonado. Cualquier cosa que justifique mínimamente siquiera que es correcto librar a la sociedad de esa persona. Pero en la mayoría de los casos desgraciadamente, no se trata de ningún malhechor o marginado social. Eso lo complica todo mucho más cuando llega el momento de la verdad, el gatillo de mi rifle parece pesar toneladas, imposible de mover para mi dedo índice que queda paralizado, agarrotado en su ferviente negativa a encorvarse para el disparo. Pero aún así tengo que hacerlo. La decisión de mi Jefe es inapelable. Las excusas no le valen. Me repito a mí mismo una y otra vez que no está mal lo que hago pero aún así no puedo evitar que después de una misión quede atrapado en una profunda depresión, en el fondo de un enorme pozo que va ganado metros de profundidad con cada misión y del que me resulta cada vez más difícil salir.

Debo intentar concentrarme. Es preciso. Barón de 17 años. A las 15:25 saldrá de su domicilio para ir a recoger a su novia. (Joder, con novia además!), se dirigirán a la cafetería Costa Galana a tomar una cerveza para hacer tiempo. A las 17:09 cogen sus abrigos, el autobús número 3 los espera a las 17:15 para llevarlos al Centro Comercial Porto Pi, a los multicines. – incluso sé lo que van a ver pero eso no es relevante para la misión, qué carajo importa! Joder cómo me revienta tanto detallito y tanta gilipollez! No podrían simplemente poner el dónde y el cuándo!-. Continúo. A las 20:47 salen del establecimiento, tras un momento de indecisión optan por dar un paseo a lo largo del Marítimo. 21:04. se detienen y se sientan en un banco frente al muelle, a la altura de la discoteca Titos. 21:19 la chica, su novia o lo que demonios sea, reconoce a una amiga sentada a pocos metros de donde se encuentran, se levanta y va hacia ella para saludarla. 21:23 el momento justo y preciso para efectuar el disparo, descartada toda posibilidad de herir a nadie que no sea el blanco que debe morir en el acto.

Yo entonces desapareceré de en medio, dejando una muerte más a mis espaldas, una muerte que el mundo calificará de injusta y absurda barbarie sin sentido. Una víctima inocente que arrastrará con su muerte la dicha de sus seres queridos. Para algunos de ellos será una tragedia dolorosa pero superable, para otros; el hueco insustituible de su pérdida, teñirá de gris oscuro sus auras para siempre, haciendo del odio, el rencor y la rabia los tres colores de su nueva bandera a la que jurarán fidelidad por el resto de su vida, hasta que mueran.
Es demasiado complicado para que lo puedan entender, demasiado peligroso pretender explicarlo.

A fuera es invierno todavía, hace viento. A veces cuando el viento sopla con fuerza como ahora, suena como las palabras, como si intentase hablar. Quizá pretenda avisar al chico enviándole un mensaje cifrado aún a sabiendas de que jamás lo entendería. La naturaleza es sabia, dicen; y a la madre Tierra le corresponde velar por sus hijos. O tal vez esté empezando a abandonarme la poca cordura que me queda. Seguramente se trate de eso. Nadie permanece inmune a los efectos de una pesadilla continua como la que estoy viviendo. Nadie. Inmerso en una batalla de la que no puedo salir victorioso, obligado sin embargo a combatir en completa sumisión y haciendo acopio de dosis sobrehumanas de resignación y paciencia; mis únicas armas para esquivar la locura que me aguarda en cada rincón con la espalda pegada a la pared, esperando la ocasión de sorprenderme a la mínima distracción. Qué disparate! Cómo saber cuándo terminará la batalla, cuándo recuperaré la libertad que perdí, y cuándo cesarán las terribles jaquecas que martillean mi cabeza, y mi alma. Para esto no tengo respuesta.

Ahora debo irme, se hace tarde….

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2 respuestas a Relatos de resaca: Secreto profesional

  1. waldito dijo:

    Caramba. Este me ha molado: me suena a corto. con la voz en Off, y la figura del asesino recortada contra la luz de la ventana… unas macros de sus ojos.. sisi..

    El segundo párrafo me parece super bien encajado.El Final, también. Me ha molado el relato!

    La comparación del alien es lo único que no me cuadra, quizá porque sea un símbolo muy nuevo… y Barón, que sea hombre, y no rojo.

  2. antonio dijo:

    Jeje!! Sí que es verdad, suena a corto, uno de esos cortos pesimistas con el tío fumando todo el rato en una habitación diminuta y maloliente 🙂 Pero no está toda la historia, no termina ahí. Esto del copy-paste no lo controlo mucho, joer!! O habrá sido culpa de la resaca…. Ahora subo lo que falta.

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